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Sí. Como ya ha ocurrido antes, me desaparecí del blog por varios días. Y con eso, obviamente se desapareció toda la gente que solía entrar seguido. En fin, esas son cosas que pasan. No estoy plenamente seguro de poder escribir seguido, pero ahora sí, trataré.

Como algunos saben, agosto y setiembre han sido meses de muchísimas pruebas para mí. Problemas por aquí, malas noticias por allá. No ha sido nada fácil pasar por todo, pero al final, sigo vivo. Confío que este mes que empieza será mucho mejor.

Lo malo, como aprendí hace un tiempo, no es que vengan problemas, sino que estos pasen sin haber aprendido de ellos. Y de ello doy gracias a Dios porque no puedo negar que he aprendido y mejorado bastante. Las cosas que antes me preocupaban, hoy me parecen tontas. De hecho muchas actitudes que yo tenía, también.

Pero en fin, no entraré en detalles, porque la cosa es siempre ser positivos. No viene al caso hablar de las cosas malas. Pero me di cuenta que, además de los grandes problemas, todo el lío se endulza con aquellos problemas tan pequeños, que a veces pasamos desapercibidos, pero que nos hacen la vida imposible, a veces sin darnos cuenta.

Aquí una lista de mis problemas, clase B:

• Mandé a limpiar mis zapatillas a un lugar donde supuestamente las limpiaban muy bien. Quedaron limpiecitas. Tan limpias que hasta se llevaron todo el velcro que las mantenía atadas. Osea, ya no me las podía ni poner.
• No tengo gripe, pero estoy afónico. Bien afónico. Casi ni se me oye. Y no sé por qué, pero no se me pasa. Creo que me quedaré así para siempre. Tengo un ensayo pronto, y creo que iré a mirar. No debi comerme ese McFlurry... con manjarblanco... y M&Ms... mmmm...
• La página de Twitter no funciona.
• Estoy intentando actualizar el software de mi celular, un Sony Ericsson w810, y la única forma es sacar la batería y ponerla de nuevo. Llevo días tratando de sacar la tapa. Créanme. No sale. En YouTube hasta hay un video de cómo sacarla. Y no. No funciona. Me duelen los dedos, y creo que me doy por vencido.
• En la oficina, después de la misteriosa pérdida de todas las tijeras, nos compraron una a cada uno. De hecho yo soy uno de los que más las usa (no para trabajar, pero sí para perder el tiempo armando muñequitos) y plop, desapareció la mía. Nadie sabe nada. Se la llevó un fantasma. Sí, claro.
• Por primera vez en mi vida, me quedé sin saldo en el celu.

Listo, ya descargue mi furia ante las injusticias de este mundo. Jeje. Nada, de hecho me han pasado más cosas tontas, pero ahora no las recuerdo. Prefiero concentrarme en solucionar los problema que sí valen la pena.