Viene de la Parte 2, así que mejor léela primero.
La verdad es que además de los regalos totalmente “masculinos” que hasta ahora uso – como billeteras, lapiceros, CDs o libros – también ha habido regalos de colores pasteles que sí me han gustado, por alguna u otra razón. Aquí la lista, que no es muy grande, pero son cosas que merecen un homenaje por ser mostras.
Por obvias razones, los muñecos oficiales de Lilo y Stitch son algo que si bien es un juguete para niños sin Xbox, sabes que a mí me va a gustar. Siempre están en mi escritorio y la verdad es que casi nunca los miro, pero siempre sé que están ahi.
El otro engreído es Chiclayín – no me pregunten por qué se llama así – que hasta ahora no logro saber por qué me gusta, pero me gusta y punto. A poco no está mostro. Todavía cuando lo lapeas, llora. Si algún día tuviera otro perro, me gustaría que sea como él. Grande, Chiclayín.
Quizás el más querido por todos debe ser Teddy, que ni siquiera recuerdo cuándo me lo dieron o dónde, por qué. No recuerdo nada. Pero un día se me ocurrió usarlo para dictar mis clases, y ahora todo el mundo lo aman, y las fotos de Teddy están en más hi5’s que yo.
Aunque de hecho el Oscar al mejor regalo gay se lo lleva Devorador, que en una época le agarré tanto cariño que me lo llevé por todo el mundo. Los que lo manyan saben que todavía tiene hi5 y un cortometraje en YouTube. Nunca sabré de dónde salió, pero ya es un maestro.